Karl Liebknecht, la conciencia de la socialdemocracia. Un perfil biográfico

Miércoles 17 de diciembre de 2014, por Redacción Web

Pepe Gutiérrez

Creo que hay que insistir en la necesidad de recuperar nuestra memoria ética y revolucionaria, el orgullo y la dignidad del movimiento obrero cuando era un gigante que despertaba. En medio de la bárbara contienda inter-imperialista que fue la Primera Guerra Mundial, el ejemplo de Karl Liebknecht, votando en contra de los créditos de guerra y proclamando que “el enemigo principal está en nuestros propio país”, ha quedado como uno de los momentos estelares más digno del siglo XX… Karl (Leipzig , 13 de agosto de 1871), era hijo de Wilhelm Liebknecht, el más importante junto con August Bebel de los leones que crearon la socialdemocracia alemana de la que apenas sí queda algo más que el rótulo. Cursó estudios de Derecho y participó en el movimiento socialista desde su juventud, no en vano figura en todas las enciclopedias como el principal impulsor de las juventudes socialistas, de la que tampoco queda mucho más que el nombre. Durante mucho tiempo, hasta los años setenta por lo menos, las juventudes socialistas actuaron como la conciencia del socialismo que entendía que el capitalismo era la negación de la democracia. Condenado a dieciocho meses de prisión por sus escritos en contra del militarismo alemán en 1907, Kart fue un ejemplo para los jóvenes que querían transformar el mundo y cambiar la vida. Estando encarcelado, consiguió un escaño en la Cámara de Diputados de Prusia (1908), por entonces, contó con el apoyo de la mayoría de un partido que se había convertido en el más implantado y organizado del movimiento obrero internacional. En un ejemplo para los socialistas del mundo. Como miembro elcto del Reichstag (Parlamento alemán) en 1912, Kart se opuso a la intervención de Alemania en laI Guerra Mundial. Karl Liebknecht, junto con el olvidado Otto Rühle 8el autor de una maravilla titulada El niño proletario), ignoró la disciplina parlamentaria del SPD para votar de acuerdo con su conciencia. Fue el único voto en contra de los créditos para la guerra y desde ese momento, ligó su vida personal con la causa del internacionalismo, de los gritaban guerra a la guerra. Es muy triste que la colonización ideológica neconservadora haya permitido que esta gesta sea relegada y que se hable de la “Gran Guerra” en términos de gobiernos y batallas. Desde entonces su nombre permaneció ligado al de la socialista marxista polaco-alemana Rosa Luxemburgo. Esto haría que la importante obra teórica de Kart, tan importante al menos en capítulos como la juventud y el antimilitarismo, quedara solapada detrás de los escritos y de la propia obra de Rosa. El grupo que crearon junto con Leo Jogiches fue conocido como la Liga Esparaco y Kart firmó algunos de sus artículos con el nombre del líder antiesclavista. Expulsado del SPD el 1 de enero de 1916, poco después se le declaró culpable de “alta traición” por encabezar una manifestación contra la guerra en Berlín. Fue condenado a dos años de trabajos forzados y perdió sus derechos civiles, consiguió la libertad en octubre de 1918. Liebknecht se negó a entrar en el gobierno que formó la mayoría socialdemócrata bajo la presidencia de Ebert y, fue uno de los fundadores del Partido Comunista Alemán o KPD) que fue conocido entonces como el partido de las tres L: Luxemburgo, Liebknecht y Lenin. Fue detenido en 1916 durante una manifestación contra la guerra en Berlín; y permaneció en la cárcel hasta que le liberó la revolución de 1918 que derrocó al emperador Guillermo II. Tras la proclamación de la República y como miembro del Comité militar revolucionario, Kart fue uno de los líderes de la insurrección espartaquista contra este gabinete en enero de 1919. Ebert y los socialpatriotas no dudaron entonces en emplear las fuerzas policiales y militaristas para neutralizar la revolución. Durante los combates callejeros, miles de trabajadores fueron asesinados; el 15 de enero de 1919 mataron a Karl Liebknecht en Berlín como también lo harían con Rosa y con Leo Jogiches. Esta actuación criminal por parte de los socialpatriotas fue un golpe terrible contra las posibilidades de unidad obrera y fue resaltada en su momento por el propio Adolf Hitler que fue su principal beneficiario.

La única ANTOLOGÍA DE ESCRITOS publicada en castellano de Karl Liebknecht fue la publicada por la editorial Icaria en Barcelona el año 1977, en cuyo tramo final cuentan que la Antologia fue traducida de la edición germana por L. Lalucat y J. Vehil, quienes en su presentación concluyen de esta manera: La "Selección de Escritos" que sigue ha sido tomada en su mayor parte de la edición de Karl Liebknecht: Reden und Ansfsalze in zwei Banden", publicada por Verlag Marxistische Blátter, Frankfurtam Main, en 1971 como conmemoración del centenario del nacimiento de su autor. Si bien la mayoría de escritos proceden de esa edición, algunos, reunidos como "Cartas, notas y comunicados de la Prisión de Luckau" proceden del tomo 9 de las "Gesatninelle Reden uns Schriften", Berlín, Diezt Verlag, 1974. La selección se presenta respetando el orden cronológico, subdividiendo los escritos en dos partes, antes y después de 1914. La selección contiene predominantemente textos de carácter político, pero también podrán encontrarse algunas consideraciones de orden más personal. Para mayor claridad de las notas incluidas en esta edición las hemos diferenciado en tres tipos: sin pie, las que son del propio Liebknecht; con el pie NRA, las que provienen de la edición alemana (notas de la redacción alemana); y por último, las realizadas especialmente para esta edición se indican con el clásico Ndt (nota de los traductores). El texto que sigue es la “introducción” escrita por ambos autores y supone el trabajo biográfico más extenso que se haya publicado entre nosotros sobre Karl Liebknecht.

Introducción I “Como victima de la bancarrota de la socialdemocracia frente a la guerra, el destino personal de Liebknecht encarna el futuro del proletariado alemán como clase” (1). Estas palabras, escritas por Rosa Luxemburgo en septiembre de 1916 expresan el profundo convencimiento de la izquierda socialdemócrata en la Alemania de la Primera Guerra Mundial. A saber, que el proletariado alemán se abriría paso hacia una solución revolucionaria al margen de sus dirigentes tradicionales encuadrados en la socialdemocracia, o que se vería encerrado en un callejón sin salida. Y es también cierto que las tensiones surgidas en el seno de la clase encontraban su expresión más clara y firme en la figura de Karl Liebknecht. Heredero de las más grandes tradiciones del socialismo alemán -recordemos que era hijo de Wilhelm Liebknech, amigo de Bebel y cofundador del partido socialdemócrata- se había convertido en el más brillante tribuno popular del momento. En todas sus obras sean éstas fruto de su labor intelectual o práctica, se respira el hálito de un proletariado a la búsqueda de soluciones revolucionarias frente al hundimiento de la Il Internacional. Su popularidad se extendió por todo el movimiento socialista, sobre todo, desde el momento en que, rompiendo la unidad tradicional propia de la fracción parlamentaria socialdemócrata a la que pertenecía en el Reichstag alemán, elevaría su voz condenatoria contra la guerra y negaría su voto a los créditos militares que habían sido solicitados. Su imagen saltaría entonces por encima de las fronteras nacionales. Pocos años después defendería con entusiasmo la revolución rusa de 1917 y encabezaría las luchas del proletariado berlinés en las acciones alemanas de 1918 y 1919. Su compromiso práctico, su identificación total con unas ideas y una práctica harían de él objeto predilecto —junto a Rosa Luxemburgo— de la persecución contrarrevolucionaria, muriendo así asesinado a manos de tropas que se hallaban bajo las órdenes de un ministro socialdemócrata. Nuevas víctimas de la ola contrarrevolucionaria que daría paso a la débil República de Weimar. Tales acontecimientos harían exclamar a Gramsci: "Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht son más grandes que los grandes santos de Cristo. Precisamente porque la finalidad de su militancia es concreta, humana, limitada; los combatientes de Dios: las fuerzas morales que sostienen la voluntad son tanto más inmensas cuanto más definido es el objetivo propuesto a su voluntad. Factores históricos de muy diversa índole han conducido a un cierto e inmerecido desconocimiento de su persona, y de su obra a lo que sin duda han contribuido de forma decidida la inexistencia de una publicación fácilmente accesible que reuniera sus principales escritos.

II

Karl Liebknecht nace en la ciudad alemana de Leipzig el día 13 de agosto de 1871. Su infancia y juventud conocería importantes acontecimientos históricos. La guerra franco-prusiana iniciada en 1970 había llevado, con la victoria alemana en Sedán, a la aceleración del proceso unificador que culminaría con la creación del II Imperio. Otto von Bismarck, primer ministro de Guillermo I desde 1862, alcanzaría con ello el punto culminante de su carrera política. Los estados del norte y del sur quedarían engarzados bajo el nuevo emperador, el hasta entonces rey de Prusia. Pero el dramatismo histórico de estos hechos tendría especial significación para el socialismo alemán, y de forma especial para la familia Liebknecht. La guerra franco-prusiana que había sido aceptada entendiéndola como guerra defensiva, había cobrado un nuevo aspecto con la derrota y abdicación de Napoleón III. Los representantes parlamentarios socialdemócratas alemanes Wilhelm Liebknecht y August Bebel, se negarían a partir de ese momento a votar los créditos de guerra y solemnemente: "Como adversarios de principio de cualquier guerra dinástica, como socialrepubiicanos y miembros de la Asociación Internacional de Trabajadores, que combate a todos los opresores y que busca la unión de todos los oprimidos sin distinción de nacionalidades, no podemos pronunciarnos ni directa ni indirectamente a favor cíe esta guerra. Al mismo tiempo que reservarnos nuestro voto, manifestamos nuestra esperanza de los pueblos de Europa, alertados por los funestos acontecimientos que vivimos, se dispondrán a todos los sacrificios necesarios para conquistar el derecho a decidir sobre sí mismos y para acabar con el actual dominio militar y de clase causantes de todos los males estatales y sociales que padecemos" (3). El fin de la guerra traería consigo acontecimientos de muy distinto signos. Por un lado, la anexión de Alsacia y de Lorena, zonas industriales codiciadas desde siempre por el capitalismo germano. Por el otro, la proclamación en Francia de la República arrastraría un fuerte movimiento popular que culminaría con la Comuna de París. Nuevamente, ambos socialistas alemanes se pronunciarían sobre estos hechos. Wilhelm Liebknecht efectuaría una afirmación de carácter premonitorio: “La anexión (de Aisacia y de Lorena) no nos traerá la paz, sino la guerra. Crea un auténtico peligro bélico y la consecución de la paz no hace sino fortalecer la dictadura militar en Alemania … (el imperio Alemán) ha nacido en los campos de batalla…es hijo de un golpe de. Estado, de la guerra y de la revolución desde arriba…Y esta condenado A vagar de golpe de Estado en golpe de Estado de una guerra a otra hasta que desaparezca de nuevo en los campos de batalla o sucumba ante la revolución desde abajo. Esto es ley natural” (4) Bebel, defendería" en mayo de 1871 ante el Parlamento la acción de los trabajadores franceses que habían proclamado dos meses antes la Comuna de París. Un año después, en 1872, ambos serían juzgados. De nuevo defenderían sus posiciones de principio y su credo socialista, siendo condenados a dos años de cárcel por supuesta preparación de alta traición. Las autoridades del Reich creían haber asestado un duro golpe al avance de las ideas socialistas, pero un año después de cumplida su condena, tanto Liebkenecht como Bebel jugarían un destacado papel en la unificación de las dos principales tendencias en que se hallaba dividido el movimiento socialista germano. Por un lado, la corriente marxista que ellos misinos representaban. Por otro, la de los partidarios de Lasalle. El congreso de unificación y su programa merecerían, sin embargo, una dura crítica doctrinal elaborada por el propio Marx. Un nuevo golpe sería preparado por Bismarck. Aprovechando una coyuntura favorable hizo aprobar por el parlamento unas leyes de carácter antisocialista por las que se disolvían las organizaciones de este signo y se prohibía su prensa. Este período de persecución se extendería desde 1878 hasta 1890. Wilhem Liebknecht nos lo relata de modo siguiente: "Nunca ha sido fácil nadar contra la corriente, y menos aún cuando año 1878, del año de la mayor vergüenza nacional, la vergüenza de las leyes antisocialistas. Millones eran aquellos que veían entonces un asesino y un criminal común en cada socialdemócrata, lo mismo que en 1870 solamente vieron en ellos más que un traidor a la patria y un enemigo mortal. No era una pequeñez nadar el nadar contra la corriente, ¿pero que otra solución quedaba? Lo que tenía que ser, tenía que ser. Y ello significaba apretar los dientes y dejar venir lo que viniere. No hubo tiempo para tener miedo”. En este clima de persecución, pero también de extensión y crecimiento de la socialdemocracia alemana (5) sería en el que se iniciaría la educación de Karl Liebkenecht. Separado de su padre en dos ocasiones, la primera por la condena dedos años y la segunda por la declaración de estado de sitio en Leipzig en 1881, cuando contaba ya 10 años, ello no haría sino fortalecer los vínculos que le unían a él. Durante este tiempo, realizaría sus estudios de bachillerato, y a partir de 1890, con el traslado de toda la familia a Berlín, podrá dedicarse al estudio del derecho y de la economía política. Al final de sus estudios colaboraría con su hermano mayor en un despacho de abogado al tiempo que iniciaría sus actividades políticas en el seno del partido socialdemócrata, participando todavía en la polémica contra el revisionismo de Bernstein. Tras la muerte de su padre en 1900, comenzaría también a participar en las luchas electorales en diversas ocasiones y circunscripciones berlinesas.

III

Con los primeros años del siglo, se irían dibujando en el seno del movimiento socialista unas nuevas posturas de izquierda. La polémica contra el revisionismo había -hasta cierto punto—acercado a las diversas opciones críticas con respecto al pensamiento y a la práctica del ala derecha del partido. Pero con su condena formal se dejaba de hecho el campo libre para su actuación siempre que respetaran, al menos exteriormente, la unidad del partido. Y en estos mismos años, empiezan a manifestarse las posiciones de izquierdas en torno a dos problemas fundamentales: la huelga política de masas y la cuestión del militarismo. Los dos primeros trabajos que incluimos en la selección de escritos de Karl Liebknecht hacen referencia al primer problema. Es cierto que el tema de la acción de masas no resultaba algo nuevo. A lo largo de la existencia de la Primera Internacional se habían venido oponiendo dos posiciones al respecto. De un lado, los anarquistas, defensores de la huelga general y de otro, los socialistas marxistas que apoyaban la huelga política de masas. El primer concepto comprendía la idea de la acción generadle proletariado, como factor desencadenante de la revolución social, y como algo opuesto a la lucha política cotidiana. Ya Engels había criticado fundadamente estos argumentos, y la socialdemocracia alemana los había asimilado plenamente. Ahora bien, esa misma adopción de los argumentos engelsianos frente a las posiciones anarquistas, se había integrado perfectamente en la expresión táctica defendida por el ala derecha del partido y por los dirigentes sindicales. Los primeros veían o entendían la política en la acción electoral y parlamentaria, mientras que los segundos identificaban la acción sindical con acción reivindicativa, relegando la cuestión política a una actividad tan solo propia del partido. Todo aquello que pudiera oponerse al quehacer parlamentario y a las reivindicaciones sindicales podía caer en "anarquismo". Pero sectores más abiertos en apariencia a los argumentos huelguísticos, acababan por criticarlos en razón de su inviabilidad. O bien el proletariado no poseía -ni poseería nunca- el suficiente Agrado de organización y conciencia como para llevar a cabo con éxito una huelga política, o bien estaba ya lo suficientemente organizado con lo cual, ésta dejaba de ser ya necesaria. De hecho, una argumentación como ésta había tenido también su utilidad, en tanto en cuanto había ayudado a introducir la labor política en el seno del movimiento obrero, frente al anarquismo. Sin embargo, los primeros años del siglo, y particularmente la Revolución rusa de 1905 encenderían de nuevo la polémica sobre la huelga de masas. En Alemania, los obreros textiles de Crimmitschau habían mantenido una huelga desde agosto de 1903 hasta enero del año siguiente, y tras la. Imponente acción del proletariado ruso en 1905, o paralelamente a ella, los mineros del Ruhr se habían movilizado en un número superior a los 200.000. Las huelgas de masas se extenderían por diversos puntos de Alemania, en Sajonia, Prusia y Hamburgo. Al año siguiente, 1906, los obreros de Hamburgo desatarían las primeras grandes huelgas políticas del proletariado alemán. No resultará extraño, por tanto, que la izquierda socialdemócrata hiciera suyo el tema -y el problema- e intentara llevar su discusión trabajosamente a veces, a las reuniones y congresos del partido. Frente a las posiciones alternativas que habían anteriormente enfrentado a partidarios y adversarios de la huelga de masas, la nueva situación que se ha creado llevará el enfrentamiento a un nuevo terreno. Es interesante, o por lo menos ilustrativo el que Rosa Luxemburgoo calificara la revolución rusa de 1905 como “la liquidación histórica del anarquismo” (6), que llevara sus planeamientos sobre la huelga a un terreno en el que simultáneamente se condicionara la actividad –y entendimiento- del partido, los sindicatos y de las masas. La huelga de masas no podía ser ya opuesta a la lucha política y más concretamente a su versión parlamentaria. La acción podía no ser ya opuesta a la lucha política y más concretamente a su versión parlamentaria. La acción de masas política podía ser, a partir de entonces, una forma legitima de intervención política con que defender, en unos casos, los derechos políticos adquiridos y en peligro, o con que alcanzar mejores condiciones para la lucha política y parlamentaria de cada día. En sus intervenciones, buscaría Liebknecht clarificar las concepciones sobre la huelga política para evitar que las posiciones de la izquierda pudieran ser simplemente borradas mediante los argumentos "clásicos" ya utilizados contra el anarquismo, que de hecho, estaban dirigidos a una concepción de fondo bien distinta. La defensa de las nuevas incluso la del Partido y a unos dirigentes sindicales que veían peligrar con tales privilegiadas la sociedad alemana. No podían ver en ello la representación de profundos cambios en las relaciones de clase y en las condiciones en que la lucha debería desenvolverse poco tiempo después. Pero una nueva -y quizás última posición- parecía abrirse paso en torno a este problema en la socialdemocracia alemana: aquella que veía en la huelga política algo posible —y hasta realizable— pero siempre que lo fuera como resultado de una decisión meditada y adoptada por la dirección del partido, de acuerdo con la dirección e los sindicatos, perfectamente organizada hasta en sus más mínimos detalles y disciplinadamente seguida por todos sus afiliados. Una visión extraordinariamente precisa que resultaba en sí misma inviable y se convertía en un mero parapeto más que oponer a la izquierda del partido.

IV

El segundo gran tema en torno al cual se aglutinó la izquierda socialdemócrata se refiere al papel del militarismo y del antimilitarismo. También es esta una vieja cuestión en las disputas de la Primera Internacional y en los Congresos Internacionales de la Segunda. El tema fue ya tratado en el Congreso de París de 1889, y en su resolución se habla de los ejércitos existentes como "la expresión militar de los regímenes monárquicos u oligárquicos-capitalistas” y como instrumentos para golpes de Estado reaccionarios y medios de opresión social". Se los identifica también como órganos de políticas ofensivas y de guerras de expansión. Esta es posiblemente la ocasión en que los Congresos de la Internacional Socialista se ocuparon con mayor detalle de la caracterización del fenómeno a que nos referimos. En los Congresos posteriormente celebrados, en Bruselas (1891), Zurich (1893) y Londres (1896) el problema central será más bien derivado hacia el peligro de la guerra. El primero de estos congresos rechazó la propuesta de resolución presentada por Nieuwenhuis según la cual los socialistas de todos los países deberían responder ante cualquier intento de. guerra con la huelga general, aceptando otra debida a Vaillant y a Liebknecht según la cual se calificaba al militarismo cómo consecuencia inmediata del capitalismo y se señalaba que la única forma de impedir la guerra e imponer la paz pasaba por la edificación de un nuevo orden socialista. La Conferencia de Zurich se pronunciaría aprobando la declaración de Bruselas y enumerando formas concretas de afrontar la acción antimilitarista: desaprobación de los créditos militares, protesta continua contra los ejércitos existentes, agitación pro desarme y apoyo a todo tipo de uniones dedicadas a la salvaguardia de la paz mundial. El último de estos congresos, el de Londres, celebrado en 1896 explicitaría nuevamente ambos aspectos del militarismo, señalando como posibles orígenes de la guerra, las contradicciones económicas a las que se veían abocadas las clases dominantes de los diversos países en función a las leyes inherentes al sistema capitalista. La lucha antimilitarista se veía, por tanto, como parte integrante de la lucha contra el sistema, y la explotación. El contenido explicitado por las declaraciones y recomendaciones de los tres congresos citados hallaría una última ratificación y mayor corrección, si cabe, en el Congreso de París de 1900. Recogiéndose el contenido de resoluciones anteriores, se haría un especial llamamiento a "la educación y organización de la juventud con el fin de combatir el militarismo". Este conjunto de resoluciones indica con claridad el camino seguido por los socialdemócratas en los últimos once años: una creciente clarificación de las causas de la guerra, de la función del militarismo tanto hacía el exterior corno hacia el interior de las fronteras de cada país, y también, de las medidas a tomar contra él. Liebknecht por entonces dirigente de las juventudes socialistas de Alemania, prestaría una atención preponderante al problema. Y ello por una convicción doble igualmente arraigada en él. La primera de orden estratégico en cuanto a los planteamientos de la socialdemocracia alemana: la necesidad de una solución al problema militar, ya que como él mismo dice en la Introducción a Militarismo. Y antimilitarismo: La cuestión socialdemócrata –en tanto en cuanto la cuestión política- es, en última instancia una cuestión militar (7] La segunda, por que, recurriendo una vez más a sus propios escritos: el que tiene la juventud, tiene al ejército (8). Es decir, la solución del problema militar, pasa e n gran manera por la conquista de la juventud, para la política socialdemócrata, por su educación socialista y por su organización. Toda la obra de este período, y en particular el trabajo citado, que sería presentado primero como intervención en la Asamblea General de la Unión de Jóvenes Trabajadores de Alemania celebrada en. Mannheim el 30 de septiembre de 1906 y más tarde publicado en forma de un grueso folleto, está impregnada por el intento de ofrecer una alternativa coherente, es decir, teórica y práctica a la vez, al problema del antimilitarismo. Analizando sus raíces históricas y caracterizándolo socialmente establece Liebknecht las bases sobre las que edificar una propaganda y educación socialdemócrata dirigida a la juventud alemana. El interés de la obra radica por otra parte, también en que se trata de una de las principales elaboraciones de Liebknecht. Como punto de partida de su investigación señala que "la historia del militarismo es al mismo tiempo la historia de las tensiones políticas, sociales y económicas, así como culturales entre los estados y naciones, pero también la historia de las luchas de clases en el interior de cada unidad estatal o nacional" (9). Por ello, el análisis que le dedique recorrerá dos distintas vertientes, el militarismo exterior, como arma en la competición internacional entre estados capitalistas y poderes coloniales, pero también el militarismo interior, o su utilización contra el "enemigo interior" en la lucha de clases que discurre dentro de cada estado o nación. Y es también en razón de esto que el problema del militarismo tan solo puede ser resuelto incluyendo una política antimilitarista clara y firme. Las numerosas intervenciones públicas de Liebknecht en el sentido expuesto, en la reunión juvenil de Mannheim, en actos públicos, en Congresos del partido, pero también su publicación en extractos y folletos, condujo a que a instancias del ministerio de la guerra se le abriera un proceso acusado de intento de alta traición. El juicio tendría lugar en Leipzig entre el 9 y el 12 de octubre de 1907. Allí mismo pondría en práctica su tratamiento del problema y que resumía en la frase: "Si vis pacen, para Belem, contra el militarismo” La condena no se haría esperar: un año y medio de prisión. El 21 de octubre conocería Berlín una imponente manifestación de protesta contra el veredicto. Durante su estancia en prisión, el 17 de julio de 1908, los trabajadores de su circunscripción electoral lo reeligirían en su cargo en el parlamento del "Land". En junio de 1909, cumplida su condena es recibido por una gran manifestación de simpatía organizada a su regreso.

V

Los dos trabajos de 1910 que incluimos en la selección insisten en dos temas fundamentales, no solo por la entidad propia que les corresponde, sino también por el hecho de presentarse unidos. Por un lado, la intervención de Liebknecht en el Congreso de Magdeburgo, en donde insiste repetidamente en la necesidad de mantener la unidad del partido, unidad que se había visto amenazada por la política colaboracionista de los sectores derechistas del partido en el Sur de Alemania, más concretamente en Badén. Estos habían aprobado en el parlamento del "Land" el presupuesto presentado por el gobierno, y ello contra una resolución del Congreso del partido en que se excluía tal tipo de acciones para comprometer la independencia del partido. En "Por un partido unido y resuelto" insiste Liebknecht en la necesidad de mantener la fidelidad a las decisiones tomadas en los congresos, pero insiste también en la fidelidad a las decisio0nes tomadas en los congresos, pero insiste también en la fidelidad a los principios. Es decir, mantiene la posición de defender la unidad –o si sí se prefiere…de la disciplina, reaparece en su intervención, dos días después, en respuesta a Leinert y titulada ^La lucha por el derecho electoral y la lucha de masas”. Al tiempo que exige disciplina en su intervención, disciplina libremente adquirida, argumenta en la línea de las posiciones de la izquierda socialdemócrata. La idea de unidad del partido se basa tanto en la necesidad de mantener su fuerza electoral —ello había llevado a la unificación con los lasalleanos- como en la necesidad de un instrumento unitario de clase, versión esta última más cercana a las posiciones de izquierda. Sin embargo, la existencia en el seno del partido de distintas fracciones —la parlamentaria, la sindical, y el propio aparato— se quería reducir en nombre de una imagen más deseada que real de un partido unido. La propia izquierda no estaba alejada de esta visión y esperaba conquistar nuevas posiciones, atraerse a los dirigentes a sus posiciones defendidas en reuniones y congresos. De aquí que pueda exclamar: "El punto de vista según el cual lo más importante es conseguir un acuerdo unitario es erróneo. El punto principal es que, de las discusiones y las disposiciones del congreso del partido, resulte, con una claridad sin lagunas, la mayor firmeza posible, la disposición a llevar a buen puerto la lucha por el derecho electoral por muy amargo que sea el camino.”

VI

La labor política y parlamentaria de Liebknecht se centraría en otro gran problema en los dos años siguientes: el crecimiento de la industria armamentista y de sus vinculaciones con los sectores políticos y militares. Formulado de forma más amplia, el tema que interesa y guía su actuación no es otro que el del imperialismo. Del imperialismo y del antiimperialismo, de las corrientes opuestas a él, desde una perspectiva sea esta o no proletaria. Se trata de luchar contra la amenaza creciente de la guerra. Y eso en todos los frentes, pero con radicalidad, es decir, con consecuencia: "si vis pacem, para bellum, contra el imperialismo". Por algunas circunstancias favorables consiguió en 1913 "iluminar el gabinete secreto del capitalismo" y pudo poner al descubierto una serie de relaciones entre el ministerio de la guerra y la firma Krupp basadas en la corrupción y el soborno, hasta el punto que la propia justicia imperial tuvo que intervenir aunque no fueran condenados más que elementos secundarios de la maquinación y directores de la firma denunciada. El valor de estos hechos estriban sobre todo en el carácter didáctico con que poner de manifiesto lo que no era sino prácticas habituales en el mundo de la política y de los negocios armamentistas. Denunciaría abiertamente el carácter cruel y sin escrúpulos de la industria bélica, sus conexiones políticas, sus presiones militares, pero no solo dentro de Alemania, sino también en sus conexiones internacionales. Como estas empresas se relacionaban entre sí y como repartían sus mercados, carecían de los más mínimos escrúpulos a la hora de vender su mercancía al mejor postor. Y el gran problema queda esbozado en abril de 1913: “¿Están dispuestos los partidos burgueses a colaborar…en el trabajo sagrado de la construcción de la paz europea? ¿Encontrarán los gobiernos y especialmente el gobierno alemán…la fuerza y el valor para liberar del enredo de los agitadores, de las camarillas de oficiales, de los Krupp y compañía?”.

VII

Ya hemos dicho anteriormente que el problema de la guerra venía preocupando al partido socialdemócrata y a la Internacional desde hacia mucho tiempo. El Congreso de Stuttgart de 1907 se había pronunciado claramente sobre el problema y sobre las medidas que deberían adoptar en tal caso los socialistas de todos los países. Se llamaba a oponerse a la guerra por todos los medios y a utilizarla para llevar la agitación a las más amplias masas populares. Las tradicionales divergencias que sobre estos temas se habían manifestado en los congresos internacionales tenían su reflejo —o su origen— en divisiones interiores. La postura de los sectores mayoritarios y minoritarios en la socialdemocracia alemana no era, ni con mucho, próximas en este punto. La posibilidad de responder con una huelga general era rechazada de plano por los sectores mayoritarios, y argumentaban que ello tan solo beneficiaría a los países políticamente más atrasados y pondría en peligro la existencia misma de aquel donde la socialdemocracia había alcanzado un desarrollo más notable. Sin embargo, la declaración de guerra, presentada como una medida defensiva por el gobierno alemán frente a una agresión rusa, el 4 de agosto de 1914 cogió a los socialistas por sorpresa. La fracción parlamentaria socialista votará a favor de los créditos que se le solicitan argumentando que se trata de una medida defensiva y apoyando una acción que se dirige a acabar con el "sanguinario régimen zarista". Aquel mismo día se reunirá el ala izquierda intentando estimular una respuesta, pero deberán comprobar que se han visto reducidos a una minoría absoluta. Su posición ha quedado prácticamente anulada. Tan solo 14 diputados se habían manifestado en contra de votar los créditos, pero aceptarían la decisión de la mayoría. Sin embargo, esta situación adversa unirá más firmemente a los principales defensores de las posiciones de izquierda: Karl Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Franz Mehring y Clara Zetkin. Una situación similar volvería a crearse a fines de noviembre del mismo año. Liebknecht dirigió a los miembros de la fracción que se había pronunciado contra los créditos pero que no había querido romper la disciplina en el momento de las .votaciones. En vano. El 2 de diciembre se vería solo en su negativa a votar en la sesión parlamentaria en que se solicitaban nuevos créditos militares. En consecuencia es expulsado de la fracción parlamentaria. Los primeros intentos por unificar fuerzas y criterios por parte de la izquierda se ven constantemente dificultados. La movilización de Liebknecht se va acompañada de la detención y encarcelamiento de Rosa Luxemburgo, que tenía pendiente de cumplimiento una condena anterior. Este hecho sería denunciado por Liebknecht en varias sesiones parlamentarias de marzo de 1915, frente a una actitud hostil que intentaba acallar su voz acusatoria. Sus argumentos quedan expuestos en "Las razones ocultas de la detención de Rosa Luxemburgo"

VIII

El proceso de unificación de la izquierda proseguía a pesar de las dificultades, y al mismo tiempo avanzada también la clarificación de sus posiciones. Desde marzo de 1915, la actividad organizativa llevó a hacer posible la edición de un órgano propio, "Die Internationale", y Rosa Luxemburgo, escribía desde la prisión un folleto que pronto sería conocido por el seudónimo que ella le pondría: "La crisis de la socialdemocracia" o "Folleto de Junius". Poco después, y con motivo de la entrada de Italia en la guerra, Liebknecht hará público un escrito que tendría importantes repercusiones y en el que se precisan ya con concisión y claridad las principales opciones políticas adoptadas por la izquierda. En ”EI enemigo principal está en nuestro propio país” destaca primeramente cuales son las causas de la guerra quienes tienen interés en ella. Pero también sobre que espaldas descansa todo el peso y sufrimiento que la guerra ha traído consigo. La consigna que deriva es clara: lucha contra el enemigo interior, contra las clases dominantes, rompiendo así la política de conciliación, de pez social que precolonizaba la dirección derechista de la socialdemocracia. El enemigo está en el propio país y allí debe ser combatido. Esta posición tendría también eco en la conferencia socialista de Berna del mismo año, donde proclamaría la consigna: ¡Guerra civil, no paz civil!.

IX A partir de 1916,1a izquierda aparece ya con mayor claridad y regulariza la publicación de unas hojas que titulará como "Politische liriefe" (Cartas políticas) o posteriormente como "Spartakus Briefe" (Cartas de Espartaco). Es este el nacimiento, propiamente dicho, del grupo espartaquista. Pero al mismo tiempo, la oposición que se había ido formando en el seno del partido socialdemócrata encontraría su expresión en el voto en contra de 18 diputados en una nueva solicitud de créditos de guerra. Este nuevo grupo, encabezado por Haase y Ledebour, consumaría la ruptura con el partido tras la acción mencionada del 21 de diciembre de 1915. Prácticamente expulsados de la organización, decidirían la creación en marzo del "Sozialdernokratische Arbeitsgemeinschaft" (Grupo de trabajo socialdemócrata) y cuya intención inicial radicaba en una elaboración de sus posiciones parlamentarias. En su artículo "Los hombres de diciembre de 1915", saluda Liebknecht la posición adoptada por este grupo. Pero la distancia que separaba ya a la izquierda de los nuevos escindidos era ya muy grande. Por ello critica tanto los argumentos como la forma como habían llegado a oponerse a los créditos militares. Medidos con el nuevo rasero de la política de principios, los "hombres de diciembre" se pueden ofrecer ya garantías a los espartaquistas. Pero también la táctica los separaba. Contrarios a toda movilización de masas, los nuevos opositores no representaban sino la antítesis de los deseos espartaquistas. La ruptura con la dirección del partido había alcanzado ya la forma de una guerra abierta. Así, en "Juicio sereno y firme decisión " se dedican las más duras críticas, se los equipara a los partidarios de la guerra y se les niega cualquier tipo de representatividad socialista. Se exige su destitución, se denuncian sus manipulaciones de la organización y de la prensa del partido. Frente a la atribución que se les hace de "luchar contra el partido", exclaman, "nuestra lucha es por el partido para el partido". Llegado a esta altura de la situación, Liebknecht siente la necesidad de explicarse la "traición" de los dirigentes socialdemócratas, el porqué de su actuación. Entre junio y noviembre de 1916 redacta una serie de notas manuscritas en que intenta aplicar un análisis sistemático al partido socialdemócrata, a las raíces de las oposiciones surgidas, a las causas de líneas tan dispares. El conjunto de estas notas, Diferencias de opinión y contradicciones de clase" es un documento de gran interés.

X La misma opción manifestada por una línea de actuación basada en las movilizaciones populares, llevaría al grupo espartaquista a lanzar la consigna de una manifestación contra !a guerra y el gobierno que la nacía posible, para el Primero de Mayo de aquel año. Se ha discutido mucho sobre el número de manifestantes que se congregaron en la "Potsdamer Platz". Lo cierto es que la acción encabezada por los espartaquistas movió a las autoridades a detener a Liebknecht y a retirarle la inmunidad parlamentaria, para después someterlo ajuicio por y "preparación de alta traición". La condena sería a 30 ¡meses, y una amplia protesta se levantaría en Berlín, sino también algunas o tras ciudades. De su estancia en la prisión de Luckau se guardan numerosas cartas, notas y comunicados que muestran como la privación de libertad no suponía la marginación de la dirección del movimiento que había encabezado, ni la desconexión de los acontecimientos nacionales e internacionales que se sucedían. El transcurso de la guerra, la revolución rusa, la paz de Brest-Litovsk, son hechos que quedan reseñados en sus notas y reflexiones. Pero todos ellos, uno destaca de modo particular: la revolución bolchevique. Su importancia no puede ocultársele. Toda la perspectiva elaborada hasta entonces toma una nueva orientación. Todo parece cobrar un carácter distinto. A este factor exterior, cuya proyección sobre Alemania no se limitaría a sus consecuencias políticas en el marco de la guerra, se une el hecho palpable de un aumento del descontento popular. Acciones espontáneas empiezan a surgir en diversos puntos del país y el "Grupo de trabajo" decide constituirse en partido independiente consumando la escisión de la socialdemocracia alemana. Los espartaquistas, aún manteniendo todas sus reservas y autonomía de decisión, se adhieren al nuevo USP (Partido socialdemócrata independiente).

XI

Al llegar la liberación de Liebknecht, el grupo espartaquista gozaba ya de una clara situación política y unas conexiones que les permitían enlazar con diversos puntos de Alemania. La ocasión propicia para encabezar una situación de ruptura llegaría con el otoño. En octubre, la conciencia de la derrota militar era ya algo palpable, y el deterioro de las condiciones sociales entraba en un proceso acelerado. La tensión crecía incesantemente entre los obreros y soldados. El estallido no se hizo esperar mucho. En Kiel, estallaba la primera oleada revolucionaria y los marineros de la armada se extendían rápidamente por el Norte de Alemania amotinando a las poblaciones a su paso. Un movimiento similar era desencadenado también en el Sur, pero bajo dirección de un espartaquista. El 9 de noviembre se consumaría el hundimiento de Imperio, dando paso a una situación de agitación general. En Berlín, el grupo de los mayoritarios que encabezaban Ebert y Scheidemann consiguen sin embargo dominar el recién creado Comité de delegados populares, marginando a Independientes (USP) y espartaquistas. Y desde este puesto inician la reconstitución del viejo aparato estatal del Reich. En diciembre, el poder ejecutivo está dominado por ellos, pero a costa de pactar y apoyarse en los sectores contrarrevolucionarios que inician sus tentativas de "vuelta al poder". A lo largo de diciembre, estos intentos fracasan en Berlín, pero van-teniendo mejor fortuna en el resto de Alemania. El gobierno de Ebert y Scheidemann decide convocar elecciones para una Asamblea Constituyente y desplazar así el poder de los Consejos de obreros y soldados. Ellos habían proclamado la República y conseguido la paz, y querían culminar su obra en una constituyente que entregara el poder en sus manos. En este marco, se acentúa el proceso de disolución del USP, al tiempo que sus dirigentes se niegan a convocar un nuevo congreso. La alternativa está clara para los espartaquistas: separarse del USP y fundirse con otras fuerzas de izquierda, principalmente de Bremen. Y ello porque consideraban y así lo expresa Liebknecht, que la posición, ambigua del USP no constituía ya, sino un grave freno a su acción revolucionaria. Era necesaria una dirección clara y firme alcanzada al margen de estructuras superadas por los acontecimientos. Los objetivos de los espartaquistas quedan firmemente definidos en "Que quiere la Liga Espartaco", y la necesidad de un nuevo partido queda definida en "La crisis del USP" Este último documento narra con claridad el proceso de descomposición de este partido, y perfila cuales con los conceptos que pasarán a llenar y moldear la nueva organización. No es otra cosa que la fundación del KPD o Partido Comunista de Alemania. Llegado a este punto, el proceso había adquirido ya un carácter irreversible si no intervenían fuerzas poderosas que violentamente pusieran fin al mismo. Y eso llegaría semanas más tarde. El mismo día que se publicaba en el "Rote Fahne" el trabajo titulado "¡A pesar de todo!", Karl Liebknecht era asesinado junto a Rosa Luxemburgo por las tropas llamadas por el gobierno socialdemócrata para "devolver la paz a Berlín".

notas

— (1) R. Luxemburgo: Liebknecht En "Gesammeltr Werke", vol. 4, p. 216 Berlín. Dietz Verlas. 1974.
— (2) A. Bebel: Aus meinen Leben 2ª parte, pg. 159, Berlin, 1953.
— (3) id., pag. H3
— (4) Citado por R. Luxemburgo en "Die krise der Socialdemokratie.". En: "Gesammelte Werke", vol. 4. p. 150-151. Berlín, Dietz Verlag 1974
— (5) Entre 1881 y 1890 el número de votos socialdemócratas en las elecciones
— (7 ) K. Liebknecht: Mililarisiniis und antimilitarísmus. (subrayado de KL)
— (8 ) Id. (subrayado de KL.)
— (9) id.

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